“La idea y el recuerdo son lo más íntimo del hombre; donde
nadie puede escrutar, ni pudo escrutar la inclemencia de la montaña, lo único
que la naturaleza no puede transformar fácilmente. Uno alimenta los recuerdos y
cuando se acuesta en la hamaca por la noche, acurruca los recuerdos, los saca
un poquito más para fuera del cerebro, les da vuelta en la cabeza, los pasea un
poco, tímidamente por los ojos, tal vez por la cara; pero yo nunca me la vi.
Entonces saca a pasear el recuerdo y antes de dormirse lo devuelve al cerebro
paulatinamente como un caracol que se encierra de nuevo, tus ideas las empezás
a recoger otra vez, a lo mejor yo no sé si también el cuerpo, y empezás a
encerrar de nuevo tus ideas, a recoger los recuerdos hasta que se cobijan y
quedan quitecitos alojados en el cerebro… como descansando… y te dormís.
Digamos que el único cordón umbilical, el único hilo que te queda con ese
pasado o con ese presente que convirtió en pasado –eso lo recuerdo increíble-,
es la idea, el recuerdo.”
Omar
Cabezas, La montaña es algo más que una
inmensa estepa verde.
Es
increíble como una canción de rap, un libro o un dibujo puede despertar tanto
sentimientos en una persona, tantos recuerdos que vienen a la cabeza de golpe,
veranos que deseas que nunca acaben, conversaciones que te empequeñecen
físicamente pero te hacen gigantes interiormente, lágrimas recorriendo
fugazmente las mejillas como si cuanto antes caigan al suelo antes se olvidará
su causa, sonrisas perenes que le ganan el pulso a dioses y se niegan a morir
ante la historia. Es increíble como salen a pasear los recuerdos de rimas entre
micros y altavoces de bajo presupuesto, de cervezas, asados y aguardientes bajo
la Luna de nuestra patria, de sábanas ardientes como el infierno, de versos en
pos de la más hermosa de las musas.
Parece
que los recuerdos tocan a la puerta de la memoria, se limpian los pies mojados
por la lluvia y el barro en la alfombra de la entrada y pasan al salón del
presente, y te dicen que continúa ahí la felicidad de compartir plato con
camarero, poeta, sufridor o princesa a pesar de que “a veces llegan heladas y
no encuentras la forma de arrancarle al invierno la distancia”… continúa ahí la
felicidad, pero acompañada por la nostalgia, la melancolía, la tristeza,
esperando el postre de la última cena.
La
grandeza es que ese postre solo lo puedes servir tú mismo, y tú decides si
quieres que sea amargo como el olvido y el químico en la garganta o dulce como
el recuerdo la fruta tropical. Tú decides…
Finales
de Septiembre, después de 6 meses por el núcleo de Centroamérica, nos vemos
obligados a salir de la céntrica Nicaragua para renovar visado y poder
continuar con el proyecto. El rumbo que escogemos es hacia el sur (quizá
tentados por nuestras ganas de enrumbarnos hacia el cono sur del continente),
hacia Costa Rica y Panamá.
El
destino que nos fijamos tiene su raíz en la economía: Costa Rica es el país más
caro de toda América Latina (junto con Uruguay y Chile), y ante nuestra
situación de voluntarios decidimos continuar la ruta hasta el norte de Panamá,
mucho más económico. En el norte caribeño del territorio panameño se encuentra
un archipiélago de islas de película, es el archipiélago de Bocas del Toro. El
nombre viene de la época de conquista y saqueo español, cuando llegó Cristóbal
Colón en una de sus expediciones, ante el ruido que generaba el choque del agua
con las rocas de las islas y que se asimilaba al rugido de un toro, los
tripulantes dijeron que se hallaban frene a la boca de un toro. Desde Diriamba
hasta Bocas del Toro hay cerca de un día de transporte. Primero nos dirigimos
hacia San José, la capital de Costa Rica, en un viaje de 8 horas en bus, cruce
de frontera, montañas y tormentas tropicales incluidas. En San José se debe
agarrar otro bus en dirección a Sixaola, el pueblo fronterizo con Panamá en el
lado caribeño. En este punto nos separamos de nuestras compañeras de proyecto,
y quedamos los tres varones solos en el trayecto (los tres mosqueteros, como
nos bautizó Marijus). Este segundo viaje en bus tiene una duración de cerca de
6 horas, atravesando más de la mitad de la costa caribeña costarricense (a lo
largo del trayecto se observan innumerables factorías de frutas, de productos
madereros… debido a que la mano de obra en el caribe es más barata que en el
resto del país, quizá el hecho de que allí resida la mayor de la población
negra tenga algo que ver, al igual que tanta empresa norteamericana tenga algo
que ver en la bajada de pantalones que Costa Rica ha realizado a lo largo de su
historia contemporánea).
En
Sixaola viene la primera gran aventura, cruzar la frontera a Panamá. Lo primero
que se debe tener en cuenta es la imagen tétrica de la frontera: un puente de
viejos tiempos ferroviarios, de hierro macizo y abandonado a su uso inicial,
donde la gente solo puede cruzar a pie, sobre el río homónimo nombre. Lo
segundo a tener en cuenta son las autoridades fronterizas, tanto de uno como de
otro lado, siempre que tengas dinero podrás cruzar sin problemas, si no lo
tienes seguramente tendrás otra cosa: problemas. Una
vez en Panamá todavía faltan tres viajes hasta llegar a Bocas del Toro: un bus
desde Changuinola (frontera) hasta Changuinola, otro bus desde Changuinola a
Almirante y una lancha desde Almirante hasta Isla Colón. En total unas 3 horas
más de viaje por tierras panameñas, donde observamos un ambiente mucho más
verde que en nuestra zona del Pacífico nicaragüense, notamos un calor mucho más
abrasador y húmedo y visualizamos grandes porciones de selva tropical y grandes
plantaciones monocultivo yanquis de palma (para extraer aceite de palma) que
devoraron grandes porciones de selva tropical. Después de todo este trajín de
viaje nos recibe la anteriormente nombrada isla de Colón, la isla más grande
del archipiélago y la que acapara la mayor parte del turismo. En Colón la
población nativa es negra, hijas y nietos de las esclavas que vinieron de
África a Panamá “gracias” a los buques europeos y norteamericanos destinados al
tráfico de humanos. La isla está abrasada por el excesivo turismo que acarrea,
pero aun así merece la pena visitarla. Las playas son de postal, el agua parece
filtrada por modernos mecanismos científicos y las barreras coralinas son de
documental, la fauna es digna de estudio: tiburones, mantas, peces de mil
colores, cientos de aves policromáticas, enormes estrellas de mar…
Por la
noche uno intenta aprovechar para disfrutar de la Luna caribeña, pero el
excesivo turismo, la frenética música y el recuerdo y la memoria nostálgica le
ponen freno al caballo del frenesí. De
vuelta a Nicaragua paramos varios días en la zona de Limón en el Caribe de Costa Rica, concretamente paramos
en Cahuita, una zona preciosa, en la que es posible pasar de un parque natural
de selva a una playa caribeña de agua clara (nuestra estancia coincidió con un
temporal típico de esta época y no pudimos apreciar tal encanto). Esta misma
tormenta nos hizo retrasar nuestra llegada a Cahuita por la imposibilidad de
cruzar la carretera panameña hacia el norte debido a los numerosos árboles
caídos en la carretera. Por
último en paramos de nuevo en San José antes de embarcar rumbo a casa, esta vez
lo hacemos acompañados por una nativo y oriundo del lugar, el cual entre
tragos, guaro, salsa y cumbia, reconoce el sentimiento de cualquier
costarricense con el mínimo de decencia: Costa Rica es como es por que
históricamente no ha hecho más que bajarse los pantalones ante USA, no ha sido
más que un lacayo del imperio, su prostituta de bajo precio, su perro dócil, su
ejemplo a seguir para el resto de naciones. El desarrollo al que parece haber
llegado no es más que el desarrollo íntegro del capitalismo, un desarrollo que
se produce por la explotación de otra parte de la población (intranacional como
es el caso de los habitantes caribeños del país e internacional como es el caso
de los vecinos centroamericanos), por la concesión de tratados de libre
comercio que favorecen dicha explotación. Es decir, ese aparente desarrollo no
es otra cosa que aceptar la miseria para enriquecerse. La riqueza económica del
país es mayor, pero la miseria moral del país aumenta también con ese capital,
y la población, mientras se fragua el cambio, lo sabe y lo predica a sus
hermanos centroamericanos para que no caigan en el mismo error. Será más rico,
pero es menos digno.
Tras
leer el libro Viva Sandino, del
camarada Carlos Amador Fonseca, y divagar varias semanas sobre el contenido,
uno se da cuenta de que la victoria de “30 hombres vestidos con harapos” sobre
30000 soldados del mayor ejército potencialmente armado no fue casualidad, si
no consecuencia de un análisis certero de la realidad. Sandino logró la primera
épica victoria de los pueblos oprimidos sobre el imperialismo de los EEUU
gracias al uso de la guerra de guerrillas (y a otros factores, como la
organización sindical de los trabajadores de las plantaciones de café, de los
mineros…) en la zona montañosa del norte de Nicaragua. Después de visitar esta zona, por segunda vez tras Matagalpa y Jinotega, pero más al
norte, lindando con el país hermano de Honduras comprendemos como los
guerrilleros, con el simple conocimiento del terreno partían con ventaja frente
a las hordas imperialistas norteamericanas. Estos guerrilleros conocían las
montañas de Nueva Segovia, Madriz, Matagalpa… como la palma de su mano, como
las hormigas conocen perfectamente el recorrido entre la comida y su hormiguero,
como el verdadero amante conoce todos y cada uno de los rincones de su amado o
amada.
Somoto
se encuentra en la parte norte del país, en el departamento de Madriz, en una
de las zonas montañosas más elevadas de Nicaragua, rodeado de vegetación abundante
y diferente a la del resto del territorio (paisaje dominado por pinos, y no por
enormes árboles tropicales), y por lo tanto rodeado de agua. A escasos 12km de
esta ciudad se encuentra el impresionante cañón de Somoto, una arquitectura
geológica digna del mismo Miguel Ángel, de los laberintos de Borges o de la
mente sin freno de Leonardo Da Vinci, pero realizada por la evolución. Siglos y
siglos de agua recorriendo el mismo trayecto, desgastando la roca como la
distancia desgasta al marinero sin musa en puerto, trazando un río flanqueado
por unas paredes de centenares de metros, conformando un dinámico fluir de
agua, como la vida con sus momentos más calmos en superficie (pero agitados en
el interior) y sus momentos de violencia explosiva en su parte visible (pero
conformando una superficie totalmente lisa y equilibrada en la superficie de
los sedimentos).
Como
la vida, es decir, como el amor, un fluir constante de pensamientos, un
dinámico nacer de acciones, un incesante sentir, que a veces te eleva en saltos
de 20 metros hacia las profundidades (con la confianza de que vas a caer
totalmente a salvo) y otras te tortura hasta ahogarte en el abismo del
laberinto.
Y como
dice el poeta, la vida son los ríos que van a parar al mar, el río que conforma
el cañón es el río Coco, el más largo de toda Centroamérica, el cual recorrió
el General junto a sus Hombres Libres en numerosas ocasiones, pasando
calamidades pero sustentados por el pueblo, hasta desembocar en el mar Caribe.
Esto hace que este río sea la mejor metáfora posible para los hombres y mujeres
que dieron su vida por la libertad, una larga vida hasta el mar. Larga, porque
a pesar de morir jóvenes en la mayoría de sus casos, esa muerte les hizo,
justamente, inmortales. Porque perduraron en la memoria de cada uno de los
jóvenes que décadas después volvieron a empuñar las armas para humillar de
nuevo al imperialismo, perduraron en cada huelga que paralizó la producción de
café, de ron o de minerales, perduraron en cada poema que el guerrillero
escribió en noches lluviosas bajo la tupida selva, perduró en las lágrimas de
la madre al ver caer a su hijo asesinado por la Guardia Nacional, perduró en
las notas de la guitarra que no sonaban si nadie las escuchaba.
Por todo esto, es por lo que la guerra de guerrillas, la de
liberación en las sierras de Nicaragua, Cuba, Bolivia…, la del agua moviendo y
moldeando por múltiples flancos la roca volcánica, la del poeta escribiendo
versos de madrugada para retrasar el último baile, la de la enamorada que carga
el peso de ser la viva imagen de la libertad… es la prueba definitiva y
conclusiva de que no hay REVOLUCIÓN que no esté MOVIDA por el AMOR.
Desde lo más profundo de la tierra, el roce de un material
con otro, el contacto entre minerales, el choque de rocas kilométricas, el
movimiento del magma, la infiltración del agua… hace que estos materiales se
entremezclen y formen conglomerados que dan lugar a otro material diferente,
con propiedades distintas, pero que es vital para el hermético sistema que
forma el planeta. Este nuevo compuesto va ascendiendo velozmente, tardando
apenas miles de años, hasta la superficie terrestre, a escasos metros, o
incluso centímetros, del suelo que pisamos. Esta ascensión la realiza gracias a
la energía creada con el roce y el contacto, la presión que desde el interior
de la Tierra expulsa todo material hacia la superficie. Una vez llega a la
superficie, este material entra en el ciclo que más conoce y ha estudiado la
ciencia ambiental en este proceso (lo cual no significa que sea el ciclo más
importante del proceso), pasa por las raíces de la planta, cualquier vegetal
que requiera ese elemento y tenga las condiciones óptimas para adquirirlo y
extraerlo de los poderosos enlaces que los combinados de arcilla y arena lo
atrapan a la lámina tectónica del planeta, lo podrán adquirir. Recorre las
minúsculas vías interiores de la planta, el tallo (para producir el continuo
crecimiento), los frutos (para obtener vitaminas, sabor, olor…), de vuelta a
las raíces (para producir nuevas asociaciones simbióticas…) o a las hojas,
donde puede ayudar en la realización de la vital fotosíntesis o bien puede pasar
a la atmósfera gracias a los enormes poros que recubren el haz foliar. De la
atmósfera puede regresar al fondo terrestre, mediante precipitaciones,
infiltraciones… y reiniciar el ciclo, o permanecer para los tiempos de los
tiempos en la atmósfera, transformándose en diferente manifestaciones físicas,
pero siendo siempre lo mismo.
Así ocurre con los jóvenes de un barrio obrero que emprenden
sus inicios en la cultura del Hip Hop. Desde lo más bajo, sin tener grandes
conocimientos, pero con una mochila repleta de experiencias vitales. Roces y
más roces con la vida, con la sociedad, desigualdades y marginaciones de todo
tipo, que hacen que vayan creando la presión suficiente para que un día, en un
instante determinado, decidan expresarse y salir al mundo en forma de graffiti,
rap, break... Empiezan trazando unas líneas en un folio reciclado con un
lapicero prestado (undergound). Quieren que se les escuche, que se les
reconozca, salir del anonimato social, dejar de ser un número más en la lista
de población en riesgo y comenzar a ser un humano más en lucha contra la
desigualdad.
Avanzan un poquito, sus amigos les escuchan, les enseñan sus
dibujos y hablan en el parque (underground) sobre algo que escucharon cierto
día, el Hip Hop surgió como un vehículo para canalizar la violencia acumulada
en los barrios marginales de New York. Esta violencia, causa del sistema
capitalista, les hacía continuar siendo desplazados y aislados del resto de
grupos sociales, y lo más importante: los separaba a ellos mismos. Se canalizó
esta violencia hacia las capas superiores que les oprimían y todavía lo
continúan haciendo, utilizando el graffiti para escribir un nítido “POLICE
KILLS” en una pared de Harlem, el rap para gritar bien alto y fuerte “FIGHT THE
POWER” o el break para decir sin tapujos “NO GUERRAS DE BANDAS, MÁS GUERRAS DE
ESTILO”… Entonces estos niños reconocen a ellos mismos con esos latinos del
Bronx que bailaban sobre un trozo de cartón, con esos afroamericanos que
lanzaban rimas al nivel de grandes poetas en un corro de Brooklyn, y comprenden
que, porque no, ellos también pueden utilizar este arma para cambiar su
situación, y la de las generaciones venideras (underground).
Investigan sobre MC’s actuales y clásicos, sobre fotógrafas
como Martha Cooper (undergorund) que dieron mayor dimensión a la cultura, sobre
formas de letras para pintar, efectos que añadir a sus tags… y van avanzando
más, pasito a paso, “de a poquito”, en su capacidad para expresarse y compartir
mediante el Hip Hop. Así un día, en el que le grupo es ya más numeroso y posee
un nombre “Hip Graff crew", les llega la oportunidad de pintar un muro de
un colegio público de su ciudad. Lo habían conseguido, iban a poder colocar su
pensamiento y opinión (hasta ahora silenciada) a la vista de todo el mundo.
Lluvia de ideas, valores educativos, solidaridad, respeto, hermandad, héroes
revolucionarios nacionales.
Sólo queda plasmarlo, poner en lo más alto del mapa esa idea,
colocar en la pared gris las coloridas ideas de Fidel (underground) “Lo más
fundamental que tiene que hacer una revolución es preparar hombres y mujeres. Lo
más fundamental que tiene que hacer una revolución es enseñar y educar. La
tarea más importante de una revolución, y sin la cual no hay revolución, es la
de hacer que el pueblo estudie.”, la colorida imaginación del niño del barrio
que pinta de futuro la pesimista realidad.
Sin saberlo habían realizado, al igual que los elementos en
el ciclo de los elementos terrestres, una ascensión a través de las vías de la
sociedad. Empezaron en lo más bajo, sus situaciones les provocaban continuos
roces que causaban una presión que debía salir por algún lado. Utilizando el
Hip Hop logran expresar, involucrándose poco a poco, sus opiniones y su
historia, cambian su nombre, ponen un nombre a su sociedad… y plasman una idea
global del grupo en un lienzo de concreto, que hará que próximas generaciones continúen
el ciclo. Desde abajo habían conseguido llegar a lo más alto, la libertad de
poder decir lo que piensas, hacer lo que quieres y vivir, sobre todo vivir.
Pero vivir sabiendo siempre de donde se viene, de debajo de la tierra,
UNDERGOUND.
(Historia
basada en el taller de Hip Hop realizado en APAN, Diriamba, con la crew Hip
Graff).
Después
de recibir una amenaza de denuncia si no borraba cierta publicación del blog,
después de caer al pozo y, como siempre, volver a rebrotar cuando ni yo mismo
tenía expectativas de ello, después de acariciar en sueños la tersa piel de la
nostalgia, después de leer en una semana Eduardo Galeano y sus (todavía) venas
abiertas, Lenin y sus tesis sobre el estado, pasando por Gioconda Belli y su
femenino país, después de empaparme bajo la lluvia tropical, después de cantar
con los coyotes y de recorrer la ciudad de madrugada junto a los perros
delgados y sucios… después de todo, y lo
que queda sin contar, vuelvo a teclear sobre la opaca carcasa de la computadora
para demostrar(me) que sigo vivo, aprendiendo y aportando mi semilla a las
ondas del viento viajero.
Como
el viento, recorrimos el valle y las quebradas circundantes al lago Xolotlan,
al inmenso volcán Momotombo, para adentrarnos en el corredor seco del país, a
espaldas de la cordillera de los Maribios, capitaneada por la hermosa antigua
colonial ciudad de León. Como en las otras dos ciudades que fueron capital del
estado nicaragüense en algún momento de la historia (Granada y Managua) la
ciudad de los poetas alberga un clima caluroso, casi infernal, que alienta al peatón
a consumir continuamente raspados (hielo con infinitos siropes). León es la
ciudad en la que nacieron los dos mejores poetas del país, Don Rubén Darío y
Don Alfonso Cortés, locos, bohemios, borrachos, genios y fieles clientes de la
muerte y sus consultas de psicoanálisis. Además de estos dos poetas, fue cuna
de otros tantos poetas de renombre (Salomón de la Selva, Azaría H. Pallais) y
de una gran cantidad de iglesias de origen católico (recuerden que un 90% de la
población nicaragüense es actualmente católica, el resto son evangélicos…).
Sobre todas las construcciones religiosas destaca la enorme basílica de la
Catedral, en el parque central. Allí descansa el cuerpo de Rubén, custodiado
por el triste león, dicen que se encuentra en ese estado por su muerte, pero
más bien se encontrará triste por estar encerrado en ese templo religioso y
alejado de los cisnes, del vivo azul que pretendía borrar la oscuridad que tiñe
la vida del hombre letrado, de los lagos que navegaba en las barras de la
bohemia ciudad parisina. En la cúspide de la catedral se puede observar a cielo
abierto una gran panorámica de la ciudad, entre el blanco pureo de las cúpulas
que te hacen retroceder a tiempos de colonización y adoctrinamiento a sangre y
espada.
Tiempos
de esclavitud indígena, como la que sufrió Sutiava, una antigua comunidad
indígena (hoy convertida en un barrio más de León) que continúa reclamando los
derechos de su cultura nativa, sus tradiciones, su lengua, su identidad. Sutiava
era una gran porción de territorio que albergaba a uno de los caciques
importantes del país, el cacique Adiact, y que tras el terremoto y erupción del
Momotombo en 1610, que destruyó la ciudad de León Viejo, prestó el Este de su
territorio para asilar a la población colonial que había perdido todas sus
estructuras. El agradecimiento de los colonos de León fue tan elegante como
siempre ha demostrado el imperial estado español: invadió sus tierras, ahorcó
al cacique, esclavizó a la población, explotó las tierras hasta secarlas e
invadió la costa para construir puertos y lujosos ranchos a orillas del
Pacífico. Pese a ello, en esta comunidad se puede visitar un museo sobre la
cultura y la tradición indígena, decenas de murales alusivos a su continua
lucha y una iglesia en la que su interior dibujan símbolos indígenas como el
Sol entre dioses de túnica y aureola.
Volviendo
al parque central, visitamos el museo revolucionario. Hay que recordar que León
fue la primera gran ciudad liberada de la guerra civil revolucionaria de 1979
contra la tiranía somocista-yankee. En este museo contamos con la compañía de
Marcelo, un exguerrillero que con tan solo 16 años se enroló a las filas del
Frente Sandinista de Liberación Nacional y que con 17 comandaba una de las
columnas de la ciudad frente a la reaccionaria Guardia Nacional. Nos cuenta con
orgullo como Augusto Cesar Sandino y su ejército de hombres libres (de tan solo
30 hombres en sus inicios) acabó con más de 25.000 soldados estadounidenses,
como un leonés (el héroe Rigoberto López) disfrazado de mesero acabó con la
vida de uno de los Somoza, como los estudiantes y los trabajadores acudían
juntos a las huelgas generales masivas por las calles de la ciudad, como los
misiles caían sobre los tejados de caña y barro matando a mujeres y niños, como
la Guardia Nacional acababa sistemáticamente con los jóvenes de entre 15 y 30
años, como cuando recuperaron el cuartel que hoy hace de museo encontraron en
una sala de un metro cuadrado a 20 cadáveres asfixiados de militantes
sandinistas… y como tras dos guerras, las tropas del frente de León marcharon
el 18 de Julio hacia Managua para liberar la capital y el resto del país, a
grito de ¡Patria libre o morir! (cumplieron aquello que decían: Somoza y los
yankees nos la van a pagar).
Prisión de 1m x 1m
Por
último emprendemos la marcha hacia el Cerro Negro, un volcán de cenizas
volcánicas que ostenta el segundo puesto en el ranquin de volcanes más jóvenes
del continente americano. Un auténtico desierto negro de coladas de lava
volcánica y cenizas y rocas desprendidas por la violencia de las erupciones
volcánicas de la zona. Desde la cumbre se pueden observar hermosas panorámicas
del pacífico y la cordillera volcánica de los Maribios.
Una
semana después realizamos una de las experiencias más indescriptibles hasta el
momento. Con la colaboración del MARENA (Ministerio del Ambiente y de los
Recursos Naturales) y del equipo de la Reserva Natural de Chacocente,
emprendemos el proyecto de ayudar en el conteo y vigilancia de las puestas de
huevos de tortuga paslama (Lepidochelys olivacea)
en una de las 7 playas a lo largo del mundo que alberga este acontecimiento. La
escala de llegada de tortugas a la costa consta de tres categorías: solitarias
(menos de 500 tortugas), moderada (de 500 a 999 tortugas) y arribada masiva (más de
1000 tortugas). En nuestro caso, y coincidiendo con la fase lunar de cuarto
menguante (la fase lunar es un indicador de alta probabilidad para que entre
los meses de Julio y Enero se produzcan arribadas masivas) se produce la
primera arribada masiva de la temporada, y nuestro trabajo consiste en contar
las tortugas que desovan en la playa y vigilar la frondosa espalda de la playa
refugio del peor depredador de la tortuga, el hombre (son muchos los hueveros
que se acercan a la playa para robar los huevos y venderlos después en el
mercado negro). Pero gracias al gran trabajo del equipo del refugio
(íntegramente compuesto por habitantes de las comunidades que forman la
periferia de la Reserva) se ha conseguido que en esta zona la tortuga paslama
haya pasado de estar en peligro de extinción a estar catalogado como vulnerable
por la UICN, y que los datos de anidación que aportan a la ciencia sean de los
más fiables para el estudio y seguimiento de la población.
Con una sensación totalmente nueva encaramos la segunda fase
del proyecto, las pilas recargadas al máximo, y aunque dicen que las segundas
partes nunca son buenas, nosotros, tras saltar mil barreras y muros que nos han
construido en el camino, seguiremos creyendo en nosotros y en nuestro trabajo,
seguiremos luchando cada día frente a la marginación, seguiremos mirando (y
escupiendo) a los ojos a la burocracia y a la mercantilización de la empatía,
seguiremos sacando sonrisas de un papel en blanco, seguiremos escribiendo raps
combativos y poemas pesimistas, seguiremos brindando tras cada triunfo… sin
esperar nada a cambio, seguiremos dignificando al pobre.
“La
victoria tiene un precio elevado y triste: la alegría total. Por eso es
patrimonio de las generaciones futuras” Carlos Fonseca Amador.