miércoles, 5 de noviembre de 2014

Aceptar la miseria enriquece

Finales de Septiembre, después de 6 meses por el núcleo de Centroamérica, nos vemos obligados a salir de la céntrica Nicaragua para renovar visado y poder continuar con el proyecto. El rumbo que escogemos es hacia el sur (quizá tentados por nuestras ganas de enrumbarnos hacia el cono sur del continente), hacia Costa Rica y Panamá.


El destino que nos fijamos tiene su raíz en la economía: Costa Rica es el país más caro de toda América Latina (junto con Uruguay y Chile), y ante nuestra situación de voluntarios decidimos continuar la ruta hasta el norte de Panamá, mucho más económico. En el norte caribeño del territorio panameño se encuentra un archipiélago de islas de película, es el archipiélago de Bocas del Toro. El nombre viene de la época de conquista y saqueo español, cuando llegó Cristóbal Colón en una de sus expediciones, ante el ruido que generaba el choque del agua con las rocas de las islas y que se asimilaba al rugido de un toro, los tripulantes dijeron que se hallaban frene a la boca de un toro. Desde Diriamba hasta Bocas del Toro hay cerca de un día de transporte. Primero nos dirigimos hacia San José, la capital de Costa Rica, en un viaje de 8 horas en bus, cruce de frontera, montañas y tormentas tropicales incluidas. En San José se debe agarrar otro bus en dirección a Sixaola, el pueblo fronterizo con Panamá en el lado caribeño. En este punto nos separamos de nuestras compañeras de proyecto, y quedamos los tres varones solos en el trayecto (los tres mosqueteros, como nos bautizó Marijus). Este segundo viaje en bus tiene una duración de cerca de 6 horas, atravesando más de la mitad de la costa caribeña costarricense (a lo largo del trayecto se observan innumerables factorías de frutas, de productos madereros… debido a que la mano de obra en el caribe es más barata que en el resto del país, quizá el hecho de que allí resida la mayor de la población negra tenga algo que ver, al igual que tanta empresa norteamericana tenga algo que ver en la bajada de pantalones que Costa Rica ha realizado a lo largo de su historia contemporánea).

En Sixaola viene la primera gran aventura, cruzar la frontera a Panamá. Lo primero que se debe tener en cuenta es la imagen tétrica de la frontera: un puente de viejos tiempos ferroviarios, de hierro macizo y abandonado a su uso inicial, donde la gente solo puede cruzar a pie, sobre el río homónimo nombre. Lo segundo a tener en cuenta son las autoridades fronterizas, tanto de uno como de otro lado, siempre que tengas dinero podrás cruzar sin problemas, si no lo tienes seguramente tendrás otra cosa: problemas.



Una vez en Panamá todavía faltan tres viajes hasta llegar a Bocas del Toro: un bus desde Changuinola (frontera) hasta Changuinola, otro bus desde Changuinola a Almirante y una lancha desde Almirante hasta Isla Colón. En total unas 3 horas más de viaje por tierras panameñas, donde observamos un ambiente mucho más verde que en nuestra zona del Pacífico nicaragüense, notamos un calor mucho más abrasador y húmedo y visualizamos grandes porciones de selva tropical y grandes plantaciones monocultivo yanquis de palma (para extraer aceite de palma) que devoraron grandes porciones de selva tropical. Después de todo este trajín de viaje nos recibe la anteriormente nombrada isla de Colón, la isla más grande del archipiélago y la que acapara la mayor parte del turismo. En Colón la población nativa es negra, hijas y nietos de las esclavas que vinieron de África a Panamá “gracias” a los buques europeos y norteamericanos destinados al tráfico de humanos. La isla está abrasada por el excesivo turismo que acarrea, pero aun así merece la pena visitarla. Las playas son de postal, el agua parece filtrada por modernos mecanismos científicos y las barreras coralinas son de documental, la fauna es digna de estudio: tiburones, mantas, peces de mil colores, cientos de aves policromáticas, enormes estrellas de mar…


Por la noche uno intenta aprovechar para disfrutar de la Luna caribeña, pero el excesivo turismo, la frenética música y el recuerdo y la memoria nostálgica le ponen freno al caballo del frenesí.

De vuelta a Nicaragua paramos varios días en la zona de Limón en el  Caribe de Costa Rica, concretamente paramos en Cahuita, una zona preciosa, en la que es posible pasar de un parque natural de selva a una playa caribeña de agua clara (nuestra estancia coincidió con un temporal típico de esta época y no pudimos apreciar tal encanto). Esta misma tormenta nos hizo retrasar nuestra llegada a Cahuita por la imposibilidad de cruzar la carretera panameña hacia el norte debido a los numerosos árboles caídos en la carretera.

Por último en paramos de nuevo en San José antes de embarcar rumbo a casa, esta vez lo hacemos acompañados por una nativo y oriundo del lugar, el cual entre tragos, guaro, salsa y cumbia, reconoce el sentimiento de cualquier costarricense con el mínimo de decencia: Costa Rica es como es por que históricamente no ha hecho más que bajarse los pantalones ante USA, no ha sido más que un lacayo del imperio, su prostituta de bajo precio, su perro dócil, su ejemplo a seguir para el resto de naciones. El desarrollo al que parece haber llegado no es más que el desarrollo íntegro del capitalismo, un desarrollo que se produce por la explotación de otra parte de la población (intranacional como es el caso de los habitantes caribeños del país e internacional como es el caso de los vecinos centroamericanos), por la concesión de tratados de libre comercio que favorecen dicha explotación. Es decir, ese aparente desarrollo no es otra cosa que aceptar la miseria para enriquecerse. La riqueza económica del país es mayor, pero la miseria moral del país aumenta también con ese capital, y la población, mientras se fragua el cambio, lo sabe y lo predica a sus hermanos centroamericanos para que no caigan en el mismo error. Será más rico, pero es menos digno.


Diriamba 04/11/2014

1 comentario:

  1. No había leído este artículo, como todos da gusto leerlo, pero sobre todo me llaman la atención dos aspectos: uno el de la colonización de España, porque subrayas sus consecuencias, y otro el de la prepotencia y el aprovechamiento de USA ante dignas y dóciles culturas que se hacen sumisas a los grandes poderes y cuando se dan cuenta ya es demasiado tarde. Esta bien que hagas una reflexión para que otros países puedan conservar sus patrimonios culturales y sociales. ¡Excelente!

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